viernes, 15 de abril de 2011

EL PRI NO DEBE REGRESAR A LOS PINOS

Por Gabino Martínez Guzmán


Hoy, los gobernadores ya no los nombra el presidente de la República. Tampoco nombra los senadores y diputados federales. El presidente actual, opina pero no manda en el congreso de la unión. Todos estos avances se perderían con el regreso del PRI a la presidencia de la República.



Si usted considera que estos cambios no son positivos, que es la misma medicina aplicada con otra jeringa, pues entonces habría que votar por el PRI. ¿Qué prefiere usted?, ¿qué el presidente nombre a nuestro gobernador o que el gobernador nombre a su sucesor? Es poco el cambio, pero es un paso positivo. Desde que se fundó el PRI el presidente nombraba a los gobernadores como quien ocupa a un empleado. Por ejemplo el general Lázaro Cárdenas nombró gobernador a Enrique Calderón, sin que nadie lo conociera en Durango, pues tal persona era originaria de Puebla y tal decisión la tomó el presidente por cuestiones familiares y afectos personales. El presidente Díaz Ordaz nombró gobernador de Durango al Ing. Paez Urquidi, sin tener ningún nexo con nuestro estado; a dicho señor solo lo conocían en Durango tres personas, Don Emilio Torres Sánchez, el Ing. Ricardo Thompson y Don Santiago Lavín. Igual situación prevaleció con el Dr. Héctor Mayagoitia.



Estos gobernadores no conocían las necesidades del pueblo de Durango, ni lo que esta entidad requería en infraestructura para su desarrollo, como carreteras, presas, energía, escuelas, universidades, etc., cuestiones que conforman un nicho natural para el nacimiento, creación y desarrollo de industrias de todo tipo.



Igual situación prevalecía con los senadores y diputados federales. Y como no le debía nada al gobernador en funciones, lo veían como enemigos y en lugar de ayudarlo para traer obras y recursos para el Estado, lo obstruían para que no hiciera buen papel como gobernante y con ello tuviera una buna imagen y popularidad.



Actualmente el gobernador lo designa el gobernante en turno, el comité ejecutivo del partido político respectivo, tiene que aceptar la decisión del gobernador, en razón de que este debe trabajar por seis años, para crear las condiciones clientelares y tener la mayor cantidad posible de votos cautivos y corporativos. Además, el gobernador en funciones tiene que hacer una serie de malabarismos con las fuerzas políticas de la entidad. Pues se da un juego y rejuego de los aspirantes. Al gobernador le interesa que gane su delfín para que le cubra todos las raterías que hace con el erario público. Incluso, si el Gobernador hace una mala designación, puede perder la gubernatura como sucedió en la elección pasada, la cual tuvo que resolverse en los tribunales, por personas ajenas a Durango, violando con ello el principio político fundamental de la democracia como es la representatividad.



Antes, el presidente de la República hacían con el congreso de la unión lo mismo que hace un maestro con sus alumnos, todos los diputados y senadores obedecían ciegamente las órdenes del presidente. Ellos se limitaban a obedecer, votar y callar, por consecuencia el único legislador era el ejecutivo.



Hoy el presidente de la República tiene que negociar, discutir, conceder y hasta cambiar de enfoques o de opinión. Los senadores y diputados de oposición, pueden votar en contra, debatir y ridiculizar las iniciativas del presidente; incluso rechazarlas como la llamada reforma energética y otras mas que no han pasado en el congreso. Esta posición y práxis del congreso es totalmente positiva.



Hoy, aunque parezca paradójico, los gobernadores priistas deben ser los más interesados en que el PRI no regrese a los pinos, pues serían los mas afectados; si esto sucede, los gobernadores ya no designarían los candidatos a diputados federales y los senadores. Tampoco estarían en posibilidades de perfilar a su sucesor y hacer trabajo político para esa candidatura.



Claro que no vivimos en una democracia, por la sencilla razón de que ésta necesita ciertas precondiciones para que opere. No es una cuestión que se pueda crear por decreto. Mientras tengamos pobreza, habrá voto clientelar y por consecuencia no habrá libertad de votar, los votos serán comprados en metálico o por medio del trueque: “te doy despensas, material para construcción y láminas, a cambio de tu voto”. La persona que tiene hambre y carencias, no piensa en el mañana, piensa únicamente en el presente, en comer en día de hoy.



Las instituciones democráticas no hacen, se hacen, pero siempre y cuando haya condiciones para ello. No podemos sembrar maíz en terrenos donde no germinaran ni nopales.



En concreto, el regreso del PRI a los pinos equivale al hecho insólito de que el agua de los ríos retroceda.



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