Por: Gabino Martínez Guzmán
Mis disculpas por emplear el término vulgar de evacuar. Pero lo que hicieron los “magistrados” electorales no tiene madre. Cobran un dineral por camuflar las órdenes del gobernador. Ni la ley que el mismo poder hizo respetaron a pesar de que les daban todas las ventajas. Esto sucedió porque los hechos rebasaron el mapa mental que tenía Ismael para estas elecciones. Pensó que imponer su heredero sería un día de campo y le resultó un viacrucis. A tal grado que se vio obligado no sólo a realizar personalmente una intensa campaña electoral, sino recurrir a métodos gansteriles de robarse las urnas a punta de pistola, como en la década de los 30´s del siglo pasado. El alma de Gonzalo N. Santos se encarnó en el cuerpo y mente del gobernador. Ojalá que ahora no se le ocurra transmutarse en Porfirio Díaz, reforme la Constitución y reelegirse.
El pueblo no haría pucheros porque la gran mayoría no tiene idea qué es un gobierno representativo y los pocos que saben no tienen medios donde expresar su inconformidad. Durango vive en una dictadura, todos los medios están controlados por el Ejecutivo y únicamente aceptan aplausos, halagos e incienso para el gobernador-dictador.
En estos días vemos como en la prensa aparece una plaga de desplegados de apoyo para el delfín del gobernador y para éste mismo. La prensa sólo publica los aplausos de la claque.
Es triste reconocerlo y admitir que en Durango no hay libertad de prensa. Y esta ausencia la vamos a lamentar por largo tiempo. La prensa está castrando la juventud inquieta.
Antes, cuando las elecciones las hacía el gobierno directamente, cuando el mismo elaborador, el padrón electoral, creaba las secciones electorales, nombraba a los representantes de casillas, y los integrantes de éstas votaban por los “ciudadanos” en un 90% de la votación registrada, el gobierno hacía el escrutinio, el gobierno hacía el cómputo y el gobierno declaraba ganador al candidato del gobierno. Esto se hacía hace 30 años.
Luego vino todo un proceso de lucha y reforma electoral y se crearon una serie de instituciones, supuestamente para que las elecciones fueran democráticas. Se creó el Registro Nacional de Electores, encargado de hacer y depurar el padrón de electores. Se creó el Instituto Electoral, encargado de hacer las elecciones y conformado con “ciudadanos” electos por el Congreso (dominado por el PRI) y por representantes de los partidos de oposición (maiceados por el PRI). Luego se creó el Tribunal Electoral para conocer y resolver las violaciones a la ley que cometiera el Instituto Electoral.
Con la creación de estas instituciones se suponía que se podían realizar unos procesos electorales medianamente limpios, por el equilibrio y los contrapesos de estas instituciones. Pero hoy vemos que las elecciones son una copia al carbón de cómo se hacían antes. El que hace y deshace es el Ejecutivo del Estado, las instituciones creadas son solo organismos para camuflar las decisiones del Ejecutivo, para que no se vea descaradamente que la dictadura es una dictadura. Cambiaron las cosas para que siguieran igual.
¿Cuándo cambiará esta dictadura simulada? Cuando el pueblo tenga bienestar económico, una buena educación y cultura política. No puede haber democracia donde no hay ciudadanos. No puede haber mineros donde no hay minas. Cuando no teníamos automóviles y un intenso movimiento vehicular, no podíamos tener agentes de tránsito. Cuando tengamos trabajo bien pagado, industrias nuestras y universidades de calidad real, entonces surgirá la vida política, libertad de prensa, ciudadanos y con ello la democracia.
Mientras tanto, nos resulta muy caro sostener esas instituciones electorales únicamente para simular una democracia. Empecemos madrugando un poco, ser realistas y tener o crear únicamente lo que nuestra sociedad requiera. Ese dineral que se derrocha en esos adornos electorales, mejor hay que invertirlo en educación.
En conclusión: el I. Electoral y de participación ciudadana, así como el tribunal electoral deben suprimirse. Nuestra “democracia” no los necesita, son innecesarios. Al igual que las salas ratificadoras en materia electoral del poder Judicial de la Federación.
¿No ha tenido usted la oportunidad de ver un conjunto de cerdos bañándose en un lodazal? Es exactamente lo que hacen los políticos. O quizá peor, porque el pueblo pagó y paga por crear unas instituciones políticas para humanos, y los políticos los han convertido en un trochil.