EL ANIMA PETISIMA
(anónimo).
En un caserón ruinoso
de Durango en un lugar,
vivía Alejandro Gonzales
payaso de profesión.
Hace tiempo que padece
hambre voraz y canina
y por eso está que trina
contra su suerte fatal.
Es borracho y lujurioso
y comer es su gran vicio
pero anda mal del oficio
que ni para comer le da.
Cuatro tablas dos petates
un bacín roto de barro
cuatro cazuelas y un jarro
son de su casa el ajuar.
Su mujer y sus hijuelos
macilentos y estragados,
miran con miedo al pelado
grandulón y macetón.
Con los pelos encrespados
desorbitados los ojos
Alejandro está que trina
porque lo matan los piojos.
Pone en su obesa consorte
su penetrante mirada
con voz tronante y levantada
de esta manera le habló.
Es preciso que ya cese
está situación terrible
vivir así no es posible
Harto estoy de padecer.
Me ocurre feliz idea
que desde luego te explico
esta noche me hago rico
o perezco en la función.
Escucha y no me repliques
mi suerte está decidida
el porvenir de mi vida
depende de esta ocasión.
Tu sabes que en esta tierra
entre las gentes de seso
cuentan de cierto suceso
que ha causado sensación.
Se dice, pues, que de noche
al sonar las doce en punto
sale a penar un difunto
por las puertas del panteón.
Que las gentes que lo ven
huyen a carrera abierta,
todos le cierran la puerta
encomendándose a Dios.
Esto lo aseguran todos
y mi compadre Cheyene
me ha jurado por su fe
que también al muerto vio
y me aseguran que el muerto
tiene la plata enterrada
y busca gente templada
con quien poderse arreglar.
Pues yo me siento con bríos
para hablarle al mismo diablo
y a este muerto yo le hablo
aunque me muera después.
Por Dios Alejandro, dijo,
su mujer muy afligida
no juegues así la vida
deja los muertos en paz.
No mujer, no retrocedo
es una cosa resuelta
y al punto se dio vuelta
y salió para el panteón.
La silueta de Alejandro
apenas si se vislumbra
en la obscuridad nocturna
está llegando al panteón.
Allí con mortal congoja
la hora fatal aguarda
hora que tal vez no tarda
en sonar en el reloj.
Por fin de repente suenan
doce lentas campanadas
y al pobre de Gonzalinas
se le arrugan las gonadas.
De repente y sin chirriar
las puertas del panteón se abren
y al pobre de Gonzalinas
le dan ganas de surrar.
Sale el fantasma enlutado
con un velo en la cabeza
y engarrotado su falo.
Alejandro, de espanto yerto
y erizado su cabello
con agitado resuello
corre tras de la visión.
Y haciendo un supremo esfuerzo
cual si jugara la vida
con voz despavorida
de esta manera le habló:
En nombre de Dios te pido
que me digas lo que buscas
si penas entre las llamas
o vives aquí entre nos.
Que buscas en estos sitios
donde a los vivos espantas
si tienes talegas, dime
cuantas me podrías dar.
"Me llamo Perico Zurraz
dijo el fantasma en secreto
fui en la tierra buen sujeto
y muy puto mientras viví.
Ando ahora aquí penando
en busca de algún profano
que con la fuerza del ano
me arremangue el mirasol.
El favor que yo te pido
es un favor muy sencillo
que me prestes el fundillo
tras del que ando feroz.
Las talegas que tú buscas
aquí las traigo colgando
ya te las iré dando
mientras meto mi tizón.
Alejandro no chisto, pues quedó
paralizado, lo que aprovecho
el fantasma para bajarle el sudario
Y en aquella posición
sucedió lo sucedido
y ahora Alejandro tiene
todo el ano adolorido.
De talegas ni sus luces,
solo las luces que vio
cuando el malvado fantasma
la virginidad le quitó
Desde entonces Gonzalinas
hizo un pacto con el diablo
y con toda la pasión, que
le da su mala fe, se fue
para el PT en busca de mas talegas.
El fantasma fornicario
nada tenia de difunto
era el malvado Cheyene
que volvió a Gonzalo puto.
Gonzalo anda muy nervioso
y actuando con disimulo
al ver llegar al Cheyene
se pone un tapón en el culo.