lunes, 4 de julio de 2011

DURANGO TIERRA SIN DIOS



Por Gabino Martínez Guzmán

En Durango solo están contentos los tontos y los malvados. Ya tenemos un siglo viviendo en una mediocridad espantosa y con una pobreza crónica. Somos como una zona especial donde todo está invertido. Los malos pasan por buenos y los buenos por malvados; los honrados son hostigados y van a parar a la cárcel o a la tumba. Estamos gobernados por políticos mercenarios que han hecho de la corrupción una moda envidiable e imitable. El político corrupto es el prototipo de la sociedad, el hombre emblemático. En las escuelas se enseña lo mínimo de lo mínimo, la educación es un fraude y los maestros unos falsarios. Todo es simulación y engaño. Al mediocre se le aplaude y se alaba. Durango es una región fantasmagórica es un país encantado, es algo similar al pueblo de Cómala del Pedro Paramo, donde los personajes de esa novela parecen vivos y al rato seres fantasmales.

Los pobres de la periferia son una muchedumbre de bocas abiertas y con las manos estiradas al cielo clamando un mendrugo de pan.

Este rebaño de seres humanos andrajosos, sucios, con sus ropas hechas harapos, con niños chorreados metiéndose el dedo en la nariz, parecen sombras, es difícil decir que están vivos, para ellos la comida lo es todo; esta manada humana se está muriendo lentamente día con día, año tras año y cuando al fin expiran los “vivos” quisieran comérselo para saciar su apetito feroz. Así son los pobres, así viven los pobres de esta tierra, que nadie ve, ni el gobierno, ni los ricos, ni el clero y ni Dios. Son los prescindibles. Porque su existencia o ausencia es indiferente para el mercado.

Los gobernadores de Durango, compiten con los delincuentes para esquilmar al pueblo. Los delincuentes cubiertos con el monto de la ley son mas amorales que los delincuentes en estrictus sensus, los delincuentes legalistas son mas desalmados que los delincuentes sin ley o ilegales pues aquellos roban a ancianos a mujeres y a los niños los dejan sin educación y así quienes podrían ser ingenieros mañana serán unos parias, mientras que los delincuentes ilegales únicamente roban al que tiene dinero. Los delincuentes legalistas matan a muchos niños, ancianos y adultos, al no crear los hospitales donde se requieren o cuando dicen que crearon hospitales y estos no tienen médicos ni quirófanos, ni medicinas. Los delincuentes legalistas son más peligrosos que los delincuentes naturales.

Hoy las matazones que estamos viendo es casi una guerra de pandillas, de unos cuatreros en contra de otros cuatreros, unos completamente amorales y desalmados y otros a quienes estos los hicieron delincuentes después de empobrecerlos y cerrarles cualquier esperanza de un futuro promisorio.




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