Por Gabino Martínez Guzmán
El gobierno le tiene miedo al pueblo. El gran poder, a pesar de tener todo el poder que le da el ejército, los policías, los tribunales, las cárceles y los manicomios, le tienen temor a las voces libres y a la verdad. A causa de ese miedo implantó la censura en todos los periódicos de la localidad y solo se publican elogios al gobernante en turno. Es la voz del poder, alabando y glorificando al mismo poder.
De esta forma, al pueblo que lee, vé o escucha, le fabrican un espejismo, una realidad que no existe. La mentira aparece como verdad. Los perversos aparecen como buenos y los corruptos, honestos.
El poder hace un evento, donde aparece el gobernante haciendo esto o lo otro, en seguida le sacan una foto y aparece en todos los periódicos, televisoras y radio. Esa misma conducta le repite todos los días, nada más “cambia el tema central del evento”, y la gente cree que el gobernante anda haciendo y haciendo, aquí, allá y acullá. Pero en la realidad de realidades es puro humo, objetivamente solo existe la basura de las lonas donde anuncian el evento y los periódicos donde lo publican.
Posteriormente vienen los voceros del poder, quemando incienso al por mayor. Todos los periódicos tienen su cuadrilla de escribanos que se desgañitan elogiando a los personeros del poder como si fueran grandes héroes.
Con todas estas patrañas lo único que se saca en conclusión es que el poder carece de poder, que es un poder débil, pues le tiene miedo a la palabra, a la verdad y a la crítica.
El día de la de la libertad de expresión, es el día de la censura y de la opresión y el poder festejará a sus voceros oficiales y los felicitará como buenos fabricantes de mentiras y de espejismos. Pero algún día el pueblo sabrá que el dinero de sus impuestos se malgasta entre una manada de holgazanes para que le cuenten cuentos color de rosa.
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