Por: Gabino Martínez Guzmán
Siete personas con toga y birrete determinarán quien será el gobernador de Durango. Estos barriles de grasa ni siquiera son de Durango, ellos nombrarán la persona que nos gobernará. Así lo dice la ley. Una ley que hizo otro rebaño de borregos carentes de principios, de ética y de amor a la patria. Sobre esa ley debe estar la voluntad del pueblo de Durango. Un gobernante impuesto a calzador, no será representativo del pueblo de Durango. Será el sirviente de Ismael y de varios lambiscones buscachambas, pero jamás de las familias trabajadoras, que han construido este Estado a pesar de la plaga de políticos ladrones.
Cada uno de los votos del pueblo construye eso que llamamos autoridad y en el caso del gobernador la votación es directa. Cada ciudadano un voto, cada voto un cachito de poder que se le asigna a la persona que uno considera que puede ser nuestra autoridad. Él es el depositario de la voluntad de la gran mayoría de los ciudadanos.
El poder del gobernador electo es simple detentador provisional de un poder que le pertenece al pueblo. Ahora bien, a título de qué esos siete barrigones nos van a sustituir, creo que la ley que así lo determina es inmoral y legalmente inviable, no me estoy refiriendo a una legalidad formal, sino a una legalidad natural, antro-política, ética y política. ¿Esa ley legitima al gobernante?
Siete personas no pueden ni deben determinar quién es nuestro mandatario, aunque así lo diga y lo rediga la ley formal, así sea la misma constitución.
Si se da esa determinación, el pueblo que votó por Aispuro, si tiene lo que debe tener un hombre que es hombre, debemos acordar la desobediencia civil en toda la vida y actividad social de Durango.
En este caso la desobediencia civil es su deber y un derecho de todo ciudadano, y si es que vivimos en una República democrática.
Si los barrigones nos ponen de gobernador a Herrera Caldera, y si el pueblo no inicia y participa masivamente en la resistencia civil, esto querrá decir que el pueblo lo acepta como autoridad o que ya se vendieron los que tenían que venderse.
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